En las zonas frías de España, la calefacción es un sistema esencial en las casas durante los meses de invierno. De esta forma, los radiadores son elementos casi indispensables para poder emitir el calor a todas las habitaciones. Es la manera más rápida, eficaz y segura de calentar el hogar. Otra opción muy barajada, es el uso de estufas de gas o eléctricas para usos puntuales en una única sala.
Sin embargo, el uso de radiadores supone un gasto energético, y por tanto económico, importante. Por eso, muchas personas buscan radiadores que consumen poco para tratar de ahorrar costes. Dada la gran variedad de sistemas que existen, conviene conocer los diferentes tipos que hay para valorar las alternativas en cuanto a consumo.
Tipos de radiadores según su consumo
A grandes rasgos, según la fuente de la que reciban el calor, los radiadores pueden ser de agua o eléctricos. La elección entre unos u otros dependerá el sistema de instalación que hagamos y los elementos que necesitemos para producir ese calor.
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Radiadores de agua
Estos radiadores, emiten el calor gracias a la circulación de agua a muy altas temperaturas, calentada en una caldera. Para calentarlo, la caldera estará alimentada por cualquier tipo de fuente de energía como gas, gasóleo, electricidad o biomasa.
Los radiadores de agua requieren una completa obra por toda la casa por parte de un profesional que garantice una correcta instalación. Esto incluye un montaje seguro de la caldera y de los radiadores y toda la red de tuberías desde el calentador a los radiadores.
La ventaja de este sistema, es que los radiadores instalados en todas las habitaciones calientan rápidamente una casa grande. Además, si utilizas calentadores por combustibles en vez de eléctricos, el gasto será menor por el reducido coste de estos frente a la electricidad.
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Radiadores eléctricos
Su funcionamiento consiste en enchufar el radiador a la red eléctrica. Así, la corriente que recibe se convierte en calor a través de unas resistencias. La instalación de los mismos es muy sencilla ya que únicamente basta con enchufarlos a la toma de luz. Si no tienen patas, basta con atornillarlos a la pared.
Gracias a que no necesitan de otro aparato para generar el calor, cada radiador eléctrico permite ajustar la temperatura deseada. Además, funcionan de manera autónoma y conservan el calor durante más tiempo que los radiadores de agua, por lo que son ideales para usarlos durante pocas horas, manteniéndoles enchufados poco rato.
Comprar estos radiadores es muy barato, mucho más que realizar una instalación completa para los radiadores de agua. En cambio, la fuente de energía que utiliza, la electricidad, es muy cara, más que el calentamiento del agua. Por eso a la larga puede resultar más económico un sistema de radiadores de agua, sobre todo si vas a utilizar la calefacción mucho tiempo y en un espacio grande.
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Radiadores de aceite
En ocasiones puntuales también es aconsejable tener algún radiador individual como complemento de la calefacción central. Entre ellos destacan las estufas de gas, las eléctricas, las de leña o los radiadores de aceite.
Estos últimos, funcionan con electricidad, igual que los eléctricos pero la forma de generar el calor es diferente. Si los primeros utilizan resistencias eléctricas que calientan el aire, los segundos incorporan en su interior aceite que es calentado para, a su vez, calentar la superficie del radiador encargada de transmitirnos el calor.
La diferencia entre ambos es que los radiadores de aceite tardan más en emitir el calor, debido a su proceso de calentamiento. Pero a su vez, también tardan más en enfriarse que los eléctricos, por lo que el calor dura más en la estancia. De esta manera son aconsejables para calentar habitaciones grandes de forma individual.
Radiadores eléctricos de bajo consumo
Además de los radiadores de aceite, existen otros radiadores que funcionan con fluidos en su interior. Son los llamados radiadores de bajo consumo. Estos aparatos, que también funcionan con energía eléctrica, utilizan un líquido especial que se calienta más rápido que el aceite. Así, permiten que el radiador se caliente de forma más rápida e igualmente tarde más en enfriarse. Por este motivo se les conoce como radiadores que consumen poco.
Al igual que los radiadores de aceite y los eléctricos convencionales, estos radiadores de bajo consumo tienen la posibilidad de ser regulados individualmente ya que cada uno de ellos cuenta con un termostato. Por eso, son ideales para calentar habitaciones separadas consiguiendo un importante ahorro económico y energético.
Una vez repasados los radiadores más comunes, está en tus manos elegir el tipo de radiador que menos consuma según los usos que le vayas a dar. Pero por lo general, los sistemas de calefacción por agua y los radiadores de bajo consumo, son los idóneos para conseguir ahorrar una importante suma de dinero en los meses de invierno.
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